15 de enero de 2014

¡Fu-kun no flavor daisuki! [FuMu / Drabble]

Tan poco tiempo pasa que hasta se me hace extraño. ¿Cómo están todos? Hoy traigo un fic de jrs~ Casi nadie los lee aunque los hago con amor, pero al menos lo hago por las poquitas personas que sé que comparten mi amor por ellos, ne?
Hoy FuMu~  A pedido de mi bebu Shio~ 
Shio-bebé..♥ Espero que te guste...~ Me quedó MUY gay ;3; 




¡FU-KUN NO FLAVOR DAISUKI!


El sol, radiante, te iluminaba. Tus ojos eran más brillantes que el hermoso sol. Quise hablar pero las palabras no salían de mis labios. Odiaba ser tan inseguro… Mordí mi labio levemente mientras te observaba comer tu helado, que ya casi terminabas, y yo… yo aún te miraba. Mi helado comenzaba a derretirse debajo de aquel poderoso sol que derretía todo a su paso. Pero no parecía ser culpa del sol que mi helado se derritiera, probablemente tu sonrisa mientras comías el propio me hacía olvidar al pobre helado entre mis manos. Lo apreté fuerte y pensé que quizá debía detenerme o el barquillo estallaría en mil pedazos y eso no sería bueno.
Suspiré mirando al sol y luego bajé la mirada hacia mi helado el cual con mi lengua comencé a lamer lentamente.
— Haniu —me dijiste, y levanté la mirada levemente, sin cambiar la posición de mi cabeza— se derrite…—dijiste y sentí tu lengua a un costado de la mía limpiando rastros de helado que estaban a punto de caer. Alzaste la mirada y me sonreíste. Sin embargo, yo parecía un helado de fresa. Mejor dicho parecía una fresa: rojo, todo rojo.
— Fu-kun…—susurré y sólo sonreíste, haciendo que no pudiese evitar hacer lo mismo en respuesta. Esta vez me concentré en mi helado y lo terminé respirando acelerado desde ese momento. Al terminar de comer sentí tus dedos en mis labios. Como limpiabas levemente mi comisura y me sonreías— A veces… siento como si fueses el mayor. Me cuidas demasiado…
Reíste con dulzura.
— Es que Haniu-kun es como un niño pequeño algunas veces.
— Lo siento…—sólo contesté y negaste con una sonrisa.
— ¡Me gusta cómo eres! ¡Haniu me gusta mucho así como es! —Te acercaste y me abrazaste suavemente y solo reposé la cabeza en tu hombro— A veces siento que si no te presto demasiada atención, te derretirás como un helado…—bromeaste.
— ¡Calla!
— ¡Haniu! ¡Te derrites! ¡Déjame ayudarte! —dijiste y te acercaste a mis labios y lamiste suavemente mis comisuras.
— ¡Fu! Fu….-kun… —primero me exalté pero luego mis ojos se cerraron suavemente. Los tuyos imitaron los míos y se cerraron cuando tus labios se posaron en los míos.
Aquellos labios… tus labios, sabían a helado, de chocolate… ¡MMN! —Negué internamente— ¡Saben a helado sabor Takahashi Fu!
Desde ahora, mi sabor favorito.
Te separaste y me miraste.
— ¿Fu-kun? —te miré y me sonreíste.
— ¿Sí?
— ¡Me derrito! —salté hasta tus brazos y te besé los labios.

¡Fu-kun no flavor diasuki!
(¡El sabor de Fu-kun me encanta!)

10 de enero de 2014

De frente al mar [TakaNoo / HikaNoo / Drabble]

Hola Manola. Tan poco tiempo... ¡OMG! ¡Es un milagro!
En fin, creo que tengo creatividad estos días, aunque hoy me dió una guía Akane, pero luego el resto fue mío. (Este coso está raro y se me va para abajo la línea. Estúpido blogger ;3; ) En fin esta cosa me está desesperando así que la voy a hacer corta... Este fic es dedicado a Giuly~ Que me lo pidió y con mucho amor se lo hice. Intentaré cumplir con otros pedidos enseguida :D Los quiero  ♥




DE FRENTE AL MAR

Y desde el alta mar que besa tu cuerpo hoy calmo, yo dudo de continuo entre la tierra que me atrapa, el aire que me lleva, y el agua que me llama. Te digo: “espérame, dile a tus peces y a tus algas, a tus misterios insondables, a tus enigmas manifiestos, que estoy preparando mi camino para el último buceo”. Y una brisa suave y vaporosa acaricia tenue mis mejillas...

          Aún si pudiese explicar cuándo te hiciste especial para mí, no hallaría respuesta. Entre las olas te conocí con tu forma de ser algo infantil, con tu bobería continua y tu sonrisa que ilumina tanto como el sol que llena las aguas de brillo cada verano. Quizá esté siendo demasiado poético pero es así lo que me haces sentir. Siempre dije que el mar era mi amor, el lugar donde podía sentirme tranquilo. Ahora siento que si pudiese estar contigo entre mis brazos ahí sería el lugar más seguro y tranquilo para mí. Te tenía entre aquellas olas más no en mis brazos. Sólo sentía el calor de tu mano, que se unía a la mía para no separarnos en aquel camino tan fantástico en  los cuales los colares y los peses parecían amarte tanto como yo. De repente los cardúmenes se acercaban a nosotros y no huían de ti, tanto te amaban que los peces dejaban que los tomaras en tus manos y les hablaras suavemente. Casi como yo, que amaría tenerte entre mis brazos y hablarte dulcemente, tanto como ellos querrían hacerlo para devolverte el gesto.
          “Ah, quisiera ser un pez” —pensaba día tras día cuando te veía hacerlo.
          Al salir del agua nos quitábamos parte del traje y saludando a nuestro profesor de buceo íbamos hacia la orilla y charlábamos hasta entrada la noche, viendo el atardecer iluminar la playa. Perfecto momento, perfecto para besarte. Suspiré acercándome levemente y al girar tu cara me sonreíste al verme mirándote. Incliné la cabeza sin embargo volviste a girar hacia el frente haciéndome suspirar frustrado. Seguro me habías rechazado, pero te sentí reír y me sorprendí.
          — Cada atardecer Submarine-kun —así me decías— suspira mucho. —Reíste— ¿Qué sucede? ¿Algo te preocupa? —te miré sin fingir mi sorpresa. ¿Lo preguntabas en serio? ¿¡No te dabas cuenta!?
          — ¿Ah? —solté sin poderlo evitar y asentí.
          — ¿Entonces por qué no hacemos algo? ¡Vayamos a beber! —sonreí, al menos eso significaba que te gustaba estar conmigo. Quizá solo eras un poco despistado— ¡Esa sonrisa me gusta Submarine-kun! —reíste.
          — ¡Deja de decirme así que la gente nos mira raro! Si lo continúas haciendo… —me levanté para señalarte con un dedo— ¡te diré Ariel-chan como La Sirenita! —intenté sonar serio pero estallé en risas.
          — ¡Imposible! —reíste suavemente levantándote y comenzando a caminar por la arena.
          — ¿A dónde vamos? —te pregunté.
          — ¡Tú déjate guiar por Ariel-chan! —bromeaste.
          “Iría a donde sea por ti” —pensé.

Momentos después llegamos a un parador, entraste saludando al barman que estaba preparando tragos para la gente que disfrutaba de una noche estrellada en la playa. Él te sonrió suavemente y te sentaste en la barra seguido por mí.
           — ¡Hi~ka~ru-chan~! —Jugaste con las sílabas de su nombre— Te presento a Takaki-kun… “Submarine-kun” —aclaraste cuando notaste la duda en sus ojos. La cara del castaño se puso tensa. No entendí por qué pero comencé a sentirme incómodo al ver su mirada clavada en la mía como retándome a algo.
          — Hola…—moví mi cabeza para saludarlo, inclinándola.
          — Un placer. —fue lo único que dijo y se retiró a hacer tragos.
          — ¿Siempre es tan seco? —te pregunté en voz baja cerca de tu oído y te encogiste de hombros tampoco comprendiendo el por qué— Voy al baño, ya regreso —te dije y me fui intentando buscar el sitio que correspondiese a aquel lugar. Cuando lo encontré entré encontrándome acorralado entre la pared y…
          — ¿Hikaru-san? —le pregunté.
          — Para ti Yaotome —dijo algo seco— Seré claro y conciso: estoy enamorado de él y noto en tus ojos que también lo estás tú. Sólo quiero aclararte que lucharé por él —puso un dedo en mi pecho y lo subió hasta mis labios arrastrándolo —. No dudaré en usar mis mejores armas —me dijo y se alejó dejándome atónito contra la pared. ¡¿Qué demonios?!
                Aquello me había dejado paralizado.
¿Armas? ¿Estaba loco o qué? —pensé y decidí regresar a la barra. No quería dejarte solo por mucho tiempo. Lo conocías pero eso no me daba seguridad de que no fuese a hacerte daño.
                Entre la preocupación que tenía y las miradas de Yaotome, que no dejaban de perseguirme, las copas fueron pasando casi como agua por mi garganta. No dejaba de reírme y de insinuarme hacia ti, lo cual hacía las miradas de Yaotome aún más insistentes y furiosas. En el estado de ebriedad en el que me encontraba, ya no podía siquiera darme cuenta de ello y no dejaba de besarte la mejilla, de sonreírte, y acariciarte las manos. Sólo agachabas la mirada algo sonrojado, sin saber que hacer más que reír.
                — Creo que es mejor que te lleve a casa Takaki-kun —me dijiste tomándome de los hombros para levantarme del asiento y comenzar a llevarme—… Te debo lo de hoy Hikaru-chan…—le dijiste y él gruñó molesto pero hizo una seña con la mano de que todo estaba bien.
                En ese momento me llevaste caminando hacia la playa riéndote de mi torpeza, hasta que mientras nos caíamos en un paso en falso, el sol empezaba a asomarse.
                Te tomé por la cintura al encontrarte debajo de mí. La valentía afloraba en mí gracias a la bebida y yo… te besé. Cerraste tus ojos y correspondiste el gesto suavemente. Ahí fue cuando me di cuenta de que indudablemente yo también te gustaba y por eso te hacías el tonto. Sonreí dulce hasta que sentí algo que me sacaba de encima de ti y me apuntaba con una navaja. Escuché un grito tuyo cuando esa navaja rozó mi cara, haciendo que mi mejilla brotara una pequeña marca de sangre. Gruñí un poco por el dolor.
                — Él es mío —dijo el castaño— ¿¡Me escuchas!? —gritó dirigiéndose a ti.
                — ¡No te le acerques! —grité en tu defensa, pero no me escuchó y acercó la navaja a tu yugular.
                — ¡Detente! —le dijiste con un hilo de voz— ¡Hikaru detente! —gritaste ahora cuando él presionó el filo contra tu garganta.
                Me tiré sobre este y le quité la navaja de tu garganta, pero aún la navaja tomada por la mano de éste acabó enterrada en su pecho. Haciéndolo caer sobre ti. Horrorizado cerraste tus ojos gritando y yo volteé el cuerpo de este para retirarte de allí y tomarte con mis manos para irnos de allí.

Ahora la playa huele a tiburones destrozados.
Ahora la playa me está trayendo sabor a muerte.
Ahora la playa se ha manchado de carne y rojo...


                Tiempo después estuviste en mi casa. No querías estar solo. Tenías pesadillas constantes con aquello, e incluso enfermaste. Y siempre estuve allí contigo. Las únicas veces que parecías ser el mismo de antes eran cuando salíamos a bucear.
El mar a ti también te daba calma. El mar también te acobijaba. Los peces aún te abrazaban. La diferencia era que ahora tú, te dejabas proteger por ellos. Y yo… yo te abrazaba entre mis brazos para ya no dejarte ir.

No quería que te hundieras para ya no regresar.
No quería dejarte en la profundidad de los recuerdos.
Sin embargo un día simplemente, te dejé ir. En aquel mar.
Que salado, se unió con mis lágrimas.

 
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