World [InooDai / Drabble]

: No me convence, no me convence.
: Nada ._.
: En mi camita




Nombre: World
Autora: Uebo Hime :3
Pareja: InooDai
Formato: Drabble (803 palabras)

Dedicado a Satommy ♥ Espero que lo disfrutes. No quedó como quería, pero bueno y.y

WORLD

Hacía unas semanas el mundo se abrió dejándolo entrar en su vida.

Aquella pequeña bola que había encontrado en la feria el día de Tanabata, le había hecho conocer al hombre que amaría de por vida.

Ese ser, salió de allí cuando aquella bola calló haciéndose añicos sobre el piso de su habitación, un día en el que un terremoto golpeó contra Japón con fuerza, y lo protegió, envolviéndolo en sus brazos. ¿Algo así realmente podía pasar?

“Ten cuidado, que no se rompa… podrá cambiar tu destino”

Le dijo aquel señor. Pero él en realidad no le tomó importancia. ¿Tú lo habrías hecho?

“No creo en esas cosas”

Contestó. El señor sólo sonrió.

El destino no podía cambiarse tan fácilmente.

¿O sí?

Aquella mañana un fuerte temblor lo sorprendió. Estaba solo en su casa y en cuanto el mismo comenzó sintió pánico. Se resguardó debajo de su escritorio y se abrazó a sus piernas.

De encima del mismo cayó aquella pequeña bolita, que chocó contra el piso haciéndose añicos.

Inmediatamente el polvo de la misma se materializó en la figura de un chico.

Parpadeó sin poder si quiera creerlo aunque de todas maneras se dejó envolver por sus brazos, que lo protegieron en cada sacudida.

Sus brazos parecían ser fuertes más allá de lo finos que eran. No pudo evitar aferrarse a ellos.

El temblor no cesaba, y él sólo se concentraba en acariciar sus dedos, suavemente, intentando tranquilizarlo, cosa que logró inmediatamente.

Cerró los ojos. Él los besó levemente. En aquel momento se perdió. Se alejó de este mundo.

No sintió los temblores, el miedo. Sólo sintió sus brazos rodeándolo, sus manos acariciando sus dedos.

Su cabello rozarle el cuello. Su voz tararear una melodía tranquilizadora. Dulce, como si estuviese dirigida hacia un bebé.

— Eres tan bello —escuchó que susurraban en su oído y tembló—. Tan bello como lo serás dentro de 20 años más.

— ¿Ah? —preguntó el menor sin comprender.

— Tan bello como cuando dejaste a tu esposa para estar conmigo —murmuró el mayor—. Tan bello como la última vez que te vi a mis 83.

— ¿Eres real? —no entendía que estaba pasando, pero ese ser le estaba asustando.

— Lo soy —le murmuró al oído de nuevo—. Quise saber cómo eras antes de conocerte. Me he trasladado hasta el pasado para verte sonreír. Para protegerte hoy.

— Me gustaría saber en los brazos quién estoy ahora…

— Inoo Kei. El amor de tu vida —contestó simplemente.

Quiso besarlo. Pero no sabía quién era en realidad.

Le daba miedo.

Su corazón latía fuertemente.

¿Desde ahora ya estaba enamorado?

Si él sería el amor de su vida, ¿para qué dejar el tiempo pasar? ¿Para qué casarse con una pobre mujer que nunca amaría?

¿Por qué esperar hasta los 40 años?

¿Por qué separarse de lo que tanto amaría?

¿Por qué no creyó en lo que aquel señor de la feria le había dicho?

Ahora viviría con ansiedad hasta los 40.

¿Esta ansiedad era real?

Le miró a los ojos nervioso. Sentía su panza retorcerse, las mariposas revolotear. Sin embargo estaba ansioso.

Quería que sus manos lo acariciaran, quería que sus labios lo rozaran, quería que su cuerpo lo excitara. Quería ser suyo.

Sin embargo la sonrisa del mayor era tan dulce, que sabía que lo único que conseguiría sería un abrazo acogedor que lo llenaría de paz.

Y sin confundirse eso obtuvo.

Un abrazo, dulce, protector.

En medio del mismo, sus dedos finos y largos acariciaron su nuca. Suavemente con pequeños roces. Sintió un hermoso escalofrío que lo recorrió sin culpas. Y se sintió más ansioso. Aun más si fuese posible.

— Sé lo que quieres —murmuró el mayor—, yo también quiero lo mismo, pero no puedo, tengo miedo de lastimarte.

— No lo harás —le contestó seguro—. Sé que no lo harías.

El mayor sonrió levemente y juntó sus frentes, para luego besarlo levemente.

— Sí en este momento hago más que esto Dai~ chan, sufrirás mucho —le dijo al oído—. No puedo permitírmelo.

— Pero lo necesito, necesito esto para recordarte —susurró levemente abrazándolo suavemente, acostándose sobre él en el sucio piso.

— Dai~ no lo hagas más difícil —le dijo con una leve sonrisa corriéndole el flequillo de la frente—. Estoy seguro de que dentro de 20 años aún me recordarás. Y cuando nuestras vidas se junten estaré a tu lado por siempre.

— Kei~ —susurró contra sus labios.

— Debo irme —dijo el mayor con una sonrisa—. No te olvides de ser feliz —agregó y se hizo ceniza haciendo que el más pequeño quedara recostado sobre el frío suelo.

Una bola, pintada como si fuese un pequeño mundo, rodó golpeando sus dedos. Daiki la agarró y la golpeo tantas veces como pudo pero su amado no volvió.

20 años.

“20 años y podré abrazarte de nuevo, amor de mi vida.”

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